Me gustás, así nomás
Qué lindo es que te guste alguien.
Pensaba en eso el otro día… y no sé si es porque tengo el corazón romántico por naturaleza, o si simplemente ahora me estoy dando el permiso de sentir con más intensidad, de estar más presente en lo que me atraviesa.
Me encanta ese pequeño vibrar que se enciende cuando alguien te gusta. Esa chispa que aparece cuando habla, cuando sonríe… incluso cuando camina.
Y lo más loco es no saber qué es lo que te gusta.
¿Será la voz? ¿El perfume? ¿Cómo se viste? ¿Cómo se ríe? ¿Cómo se mueve en el mundo?
¿Será el color de la piel, el cabello, la forma en que dice mi nombre?
Hace mucho que no sentía esto.
Y mierda, qué lindo es sentirlo.
Porque no se trata de pedirle algo a la otra persona, ni de esperar una historia romántica de película. A veces no pasa nada más. A veces es solo un momento. A veces dura unas horas, otras veces unos meses. A veces años. Y a veces se esfuma sin dejar huella.
Pero igual, qué rico es sentir ese salto en el estómago, esa duda, esa adrenalina de adolescente…
Esa fantasía de escribir tu nombre al lado del suyo en una libreta imaginaria.
Esa imagen de un café, una cena tranquila, una mirada larga, y una pregunta:
“¿Por qué me gustás tanto?”
A veces me dan ganas de decirlo:
“Me gustás. Mucho. Y no entiendo por qué.”
Pero tampoco es que te deseo para mí, ni que espero algo a cambio.
Me gustás porque sos luz en días pesados. Porque con solo cruzarnos, algo en mí se acomoda.
Porque aunque el mundo esté cayéndose, verte un segundo me mejora el ánimo.
Y no te debo nada. Y vos no me debés nada.
Ni siquiera necesitás sentir lo mismo.
Me alcanza saber que compartimos el mismo espacio.
Que cuando nos miramos, una sonrisa te aparece.
Y eso… eso ya es más que suficiente.
Me gustás así, sin pertenecerme, sin esfuerzo.
Me gustás y me volvés un poco loca.
Y eso hace que mi mente se apague por segundos, que mis pensamientos se nublen, que mi cuerpo tiemble un poquito.
Y esa sensación… es mi droga favorita.
Shakira no mentía cuando cantaba “Eres como una canción escrita por las manos de Dios”, porque a veces pareciera eso.
Que fuiste creada por algo más grande, por algo que sabe cómo tocar cuerdas que no sabía que tenía.
Y sí, hay un lado feo en esto:
Porque que te guste alguien, así, desde lejos, es algo súper subjetivo y a veces completamente irreal.
Después conocés a la persona y pasa una de dos cosas:
O te gusta más… o deja de gustarte.
A mí casi siempre me pasa lo segundo.
Pero esta vez… no quiero apurarme. No quiero arruinarlo.
Mientras tanto, voy a quedarme acá, disfrutando de mi ilusión, alimentada por novelas románticas que leo por las noches y alguna fantasía callada.
Hace mucho que no sentía esto. Quizás desde que conocí a alguien que me movió el piso.
Y volver a sentirlo ahora… me encanta.