Friendship
En qué momento un grupo de extraños te genera tanta confianza que puedes contarles cualquier cosa y su opinión termina por importarte más. En qué momento una cena se convierte en un diálogo de más de cinco horas debatiendo quizás tu vida o la vida de alguien más, en el cual las risas no faltan y los recuerdos se arremolinan en tu cabeza, rememorando alguna anécdota pasada.
Qué hermoso poder vivir así. Hace mucho que no me pasaba, hace mucho que no cenaba con un pequeño grupo de personas y me reía de todo lo que hablaban, opinaba quizás sin saber, pero también era escuchada. Y luego terminaba en mi cama a las dos de la mañana riéndome aún de algunos comentarios que había escuchado.
La amistad, los grupos, el sentirse parte de algo, es tan relajante a veces… Estuve mucho tiempo alejada de todo eso, creo que fácilmente unos tres o cuatro años. Me cuesta demasiado hacer amigos y mucho más cuando siento que, a medida que crezco, pienso distinto. Mis mejores amigas están lejos, y en esta ciudad creo que podría decir que mi mejor amiga es mi hermana, pero a veces ni siquiera eso, porque existen algunas cosas que no puedo contarle.
Ayer me di cuenta de lo lindo que es tener gente que te invite a su casa, que te haga reír y compartir tonterías, conversaciones frívolas y, aun así, divertirse. Mi cabeza es demasiado profunda, no me dejo llevar por la frivolidad y es algo que mi terapeuta quiere que cambie, porque siempre quiero ser diferente, quiero decir cosas diferentes, quiero hablar de verdad. Pero la vida sencilla no es así, nadie habla de verdad, nadie da más allá de lo que se puede ver. Todos usamos quizás una máscara, yo la verdad nunca la quise usar, pero es necesaria. Porque si no la tienes, alguien se puede dar cuenta, y cuando se dan cuenta, no es para acompañarte en tu rareza, es para aprovecharse de ella, porque es tu debilidad. Fuaaa, qué difícil la verdad. Es algo que tengo que aprender y que estoy aprendiendo, me doy cuenta.
Lo lindo de la amistad es la mirada cómplice, las medias sonrisas que lo dicen todo, las cejas arqueadas y las carcajadas. Eso es lo lindo de tener amigos, el hecho de saber que cuando los llamas y les dices que es urgente o tienes algún problema, no dudan nunca en “agarrar la pala” y preguntarte dónde lo van a enterrar. La complicidad es lo divertido, es lo que se valora, la confianza y los códigos, quizás. La otra parte de la amistad, cuando ya llevas un tiempo recorrido, es que ellos te conocen incluso más que tu familia, hasta más que tus padres, y saben que si alguien dice algo malo de vos, no sea cierto, o si creen que es cierto, te dan la libre confianza de expresarte sin ser juzgado. Y eso, creo, es algo impresionante: tener a otra persona en quien apoyarte sin sentirte juzgado, y encima ni siquiera es de tu sangre. Me vuela la cabeza pensarlo. Por eso dicen que los amigos son la familia que elegimos y no la que nos tocó, algo maravilloso de las relaciones interpersonales.
Gracias a las personas que se acercaron a mí, porque quizás yo nunca me podría haber acercado a ellos, pero me anima a seguir intentando tener amigos, tener un grupo quizás donde descargar mis cosas y confiar en ellos, si es que se puede. Pero sé que sí, que si encontré tres personas muy importantes en los primeros años de mi adultez, podré encontrar más personas así ahora en mis 30.