contar nuestras historias

“Mientras más hablamos de nosotras, más aprendemos”

El otro día fui a una charla, un té de emprendedoras organizado por la municipalidad de mi ciudad, en conjunto con un club de emprendedores. Como es el mes de la mujer, organizaron un evento especial en el que varias emprendedoras contaron sus experiencias en sus respectivos campos laborales. También hubo espacio para preguntas, networking y muchas conversaciones interesantes.

En fin, una frase muy linda se quedó en mi cabeza. Una de las chicas dijo: “Mientras más hablamos de nosotras, más aprendemos”.

Mientras más contamos acerca de nuestras vidas, más aprendemos. Una de las claves del aprendizaje es la enseñanza misma. Seguramente habrás escuchado que la mejor manera de asimilar un conocimiento es a través de diferentes métodos: leyendo, escuchando o haciendo. Pero lo que realmente lo fija en nuestra mente es enseñarlo a alguien más.

Las lecciones de vida creo que se aprenden de la misma manera: por experiencia, por haber pasado por eso. Aunque algunas personas puedan advertirte sobre ciertos caminos que no deberías tomar, hay situaciones en la vida en las que la única forma de aprender es a través del dolor, y luego compartir esa experiencia con los demás.

Por desgracia, a mí siempre me toca aprender así. No importa cuántas veces me digan “No hagas eso, Estefi, no es por ahí”, porque yo necesito probarlo. Tengo que ver si el resultado puede ser diferente. Y ahí voy yo, caminando por una carretera llena de banderas rojas, pero feliz. Hasta que al final me espera un acantilado del cual no me salvo… y recién en el suelo, digo “uy, por aquí no era”. Bueno, sigo llorando y me levanto, ¿qué más hacer?

Y la verdad que sí, no solo se aprende de las lecciones de la vida, se aprende de contarlas. De contarle a amigos y a la familia ciertas situaciones, ver sus caras, ver que algunos te acompañan en el dolor, y otros te retan y te dicen “pero te dije mil veces que no hagas eso”. Y es inevitable pensar que es cierto, que hasta inclusive podés recordar el momento en que te lo dijeron. Pero no es lo mismo. No es lo mismo escuchar la advertencia que golpearse contra la pared y aprender.

Y es gracioso pensar que yo estoy aprendiendo así, pero no me rindo. No me molesta tampoco, porque siento que esto recién empieza y, como ha venido sucediendo hace años, cada situación, buena o mala, termina siendo una plataforma para algo más. Luego, se empiezan a cerrar círculos como arcos de personajes, donde todo va cayendo donde tiene que caer, y es maravilloso.

 
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